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Añadimos esta colaboración relacionada con la polémica, que llegó en el último momento y no se ha podido incluir hasta hoy día 6 de octubre por motivos ajenos a nuestra voluntad. |
COLABORACION RECIBIDA EN ATRIVM: "LA DOBLE ESPIRAL" Todo constituye
un símbolo, y el nacimiento de una cultura es
análogo
al nacimiento del Ser, a la Creación, es la reiteración de un rito
cosmogónico, y al igual que una obra de arte, es expresión de realidades
superiores. Del caos, o materia primigenia indiferenciada surge un orden, orden
que se sustenta en la expresión de una “Palabra (logos)”.
Esta Palabra es el punto o el germen de toda construcción y contiene en
sí misma todas las posibilidades del Ser. Hay cosas que son incomunicables, esta es la esencia del misterio. Incomunicables puesto que sólo son percibidas en lo más interno del ser, se produce una comprensión inmediata que está más allá de la razón y por eso del ámbito del lenguaje. Aun así, el hombre siente la necesidad de nombrar aquello que le ha sido revelado, asumiendo que siempre habrá un espacio entre el pensamiento y la palabra, entre lo inmanifestado y lo manifestado, es en este espacio donde se produce la polarización, ya que la mente es dual. La verdad está por encima del nombre que la expresa, al igual que el espíritu está por encima de la letra. Si como decíamos
al principio el nacimiento de una cultura es análogo al nacimiento
del Ser, a la Creación, esta también se encuentra signada
por dos corrientes (expresadas en el caduceo de Hermes), una de acción
conservadora y otra transformadora, ambas necesarias para el desarrollo
de todas las posibilidades del Ser. Aquí aún es más
claro que no se trata de cuestiones morales, de bien y mal, ya que en
este caso se estaría hablando más bien de Conocimiento
o ignorancia de lo que el Ser es en Sí mismo. Por encima del “logos” está su
principio, principio de todos los principios, más allá de
cualquier conocimiento, por lo que nada puede decirse, cuya Verdad transciende
no sólo el dominio de los sentidos, sino el del alma e incluso
el espiritual. Idea que es recogida por las tres religiones monoteístas
como el Dios único, el Innombrable, al que no cabe atribuir ninguna
limitación, nada está fuera de él y es el origen
de todo cuanto es y de todo cuanto no es: el todo que está en
todo. Según lo
que venimos diciendo el bien tendría que ver con el conocimiento
de Dios (de lo que el Ser es en Si mismo), y el mal con la ignorancia
de la Ciencia Sagrada. Vemos cómo
las religiones monoteístas, reducidas en su mayor parte a sus
formas exteriores (lectura literal), olvidando su verdadera enseñanza
tradicional, han contribuido a este estado de disolución, sometiendo
al hombre a un chantaje psíquico a través del castigo
por el pecado, con un dios iracundo que parece estar sólo preocupado
en castigar al hombre y en vengarse de sus enemigos. Reducidos tales
principios a condicionamientos morales, y por tanto arbitrarios, sucede
que según los cuales un personaje “Satán” nos
conduce al pecado y otro personaje, un dios iracundo nos castiga por
ello, y se venga de todos aquellos que no le son fieles. En este estado
de cosas, y como principal axioma el Dios único, los otros “dioses únicos”,
sólo pueden ser el enemigo “Satán”. Tal es
la interpretación de los fanáticos, y estamos viendo hoy
en día y cada vez más hasta qué punto puede llegar
el odio y la sinrazón causados por una idea que es absurda por
si misma y que sólo puede ser producto de la mayor ignorancia
de las enseñanzas tradicionales. La suprema identidad corresponde a un orden en el que las formas ya no tienen cabida, y cuyo reino no es de este mundo. La Verdad se revela en el corazón, lo que está muy lejos de ser algo impuesto. Hermana Benita |
Hacia la Esencia del Cristianismo |