Atrivm. Hacia la esencia del Cristianismo.

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Añadimos esta colaboración relacionada con la polémica, que llegó en el último momento y no se ha podido incluir hasta hoy día 6 de octubre por motivos ajenos a nuestra voluntad.

COLABORACION RECIBIDA EN ATRIVM:

"LA DOBLE ESPIRAL"

Todo constituye un símbolo, y el nacimiento de una cultura es análogo al nacimiento del Ser, a la Creación, es la reiteración de un rito cosmogónico, y al igual que una obra de arte, es expresión de realidades superiores. Del caos, o materia primigenia indiferenciada surge un orden, orden que se sustenta en la expresión de una “Palabra (logos)”. Esta Palabra es el punto o el germen de toda construcción y contiene en sí misma todas las posibilidades del Ser.
Si hablamos de una cultura estas posibilidades se polarizan en “vicios” y “virtudes”, designamos vicio como lo que la aparta de su origen, su razón de ser, y virtud como lo que es conforme a su esencia, ambas aparecen así, como necesarias para el desarrollo de esa cultura. No se trata, aunque pueda incluirlos, de términos morales, más si se tiene en cuenta que para otra cultura puede ser vicio lo que para ésta es virtud, y viceversa.

Hay cosas que son incomunicables, esta es la esencia del misterio. Incomunicables puesto que sólo son percibidas en lo más interno del ser, se produce una comprensión inmediata que está más allá de la razón y por eso del ámbito del lenguaje. Aun así, el hombre siente la necesidad de nombrar aquello que le ha sido revelado, asumiendo que siempre habrá un espacio entre el pensamiento y la palabra, entre lo inmanifestado y lo manifestado, es en este espacio donde se produce la polarización, ya que la mente es dual. La verdad está por encima del nombre que la expresa, al igual que el espíritu está por encima de la letra.

Si como decíamos al principio el nacimiento de una cultura es análogo al nacimiento del Ser, a la Creación, esta también se encuentra signada por dos corrientes (expresadas en el caduceo de Hermes), una de acción conservadora y otra transformadora, ambas necesarias para el desarrollo de todas las posibilidades del Ser. Aquí aún es más claro que no se trata de cuestiones morales, de bien y mal, ya que en este caso se estaría hablando más bien de Conocimiento o ignorancia de lo que el Ser es en Sí mismo.
Las dos corrientes tendrían ambos aspectos, que podemos definir como diurnos y nocturnos, así la corriente conservadora referida a la unidad del Ser tiene un sentido positivo, en cambio sería negativo si es la energía que contribuye a la permanencia del ego, atándonos a lo individual; complementariamente la corriente transformadora sería positiva en cuanto permite la transmutación de la individualidad a los estados superiores del ser, y negativa en cuanto constituye la posibilidad de generación del Ser en sus diferentes posibilidades (multiplicidad).
Actúan simultáneamente, (por lo tanto son complementarias y no contrarias), en el desenvolvimiento de la manifestación, y en uno u otro aspecto, positivo o negativo, no son más que la realización de una posibilidad inherente a la propia Creación, ya que recordemos ésta procede de la Palabra (logos) el germen de toda construcción y que contiene en sí misma todas las posibilidades del Ser.

Por encima del “logos” está su principio, principio de todos los principios, más allá de cualquier conocimiento, por lo que nada puede decirse, cuya Verdad transciende no sólo el dominio de los sentidos, sino el del alma e incluso el espiritual. Idea que es recogida por las tres religiones monoteístas como el Dios único, el Innombrable, al que no cabe atribuir ninguna limitación, nada está fuera de él y es el origen de todo cuanto es y de todo cuanto no es: el todo que está en todo.
Constituye la aspiración última de la inteligencia, si se pudiera considerar algo mayor ya no sería Dios.
No es pues lógico considerar dos principios uno del Bien y otro del Mal, ni es Dios enemigo de nada ni de nadie, todo esto es un absurdo y una equivocación fruto de una visión literal y parcial de las escrituras, limitando y condicionando a aquél que es todopoderoso y omnipresente.

Según lo que venimos diciendo el bien tendría que ver con el conocimiento de Dios (de lo que el Ser es en Si mismo), y el mal con la ignorancia de la Ciencia Sagrada.
El mal como principio no existe, es la ignorancia del Bien la que podría recibir este nombre, al igual que la oscuridad es la privación de la luz.
No decimos por ello que el mal (ignorancia) no se manifieste o personifique en el mundo, (tal como por otro lado vemos día a día), y se convierta en el ejecutor de las posibilidades más inferiores (infierno) contenidas en el mismo origen de esta Creación. Posibilidades que constituyen el estado más claro de disolución que marca el fin de los tiempos.
Más nos cuesta entender que haya individuos que se sumen conscientemente a ello, y que encima pretendan difundirlo como fruto de un verdadero Conocimiento.

Vemos cómo las religiones monoteístas, reducidas en su mayor parte a sus formas exteriores (lectura literal), olvidando su verdadera enseñanza tradicional, han contribuido a este estado de disolución, sometiendo al hombre a un chantaje psíquico a través del castigo por el pecado, con un dios iracundo que parece estar sólo preocupado en castigar al hombre y en vengarse de sus enemigos.
En cambio la tradición considera al pecado como sinónimo de error, fruto de la ignorancia y que una vez visto como lo que es puede llevar a la verdad, a la “redención”, y que en el pecado está incluido el castigo, ya que no está sino limitándonos a lo inferior.

Reducidos tales principios a condicionamientos morales, y por tanto arbitrarios, sucede que según los cuales un personaje “Satán” nos conduce al pecado y otro personaje, un dios iracundo nos castiga por ello, y se venga de todos aquellos que no le son fieles. En este estado de cosas, y como principal axioma el Dios único, los otros “dioses únicos”, sólo pueden ser el enemigo “Satán”. Tal es la interpretación de los fanáticos, y estamos viendo hoy en día y cada vez más hasta qué punto puede llegar el odio y la sinrazón causados por una idea que es absurda por si misma y que sólo puede ser producto de la mayor ignorancia de las enseñanzas tradicionales.
Reducen la idea de un “Dios único” a un ser limitado, reflejo de sus propios egos superlativos, y la “Verdad” es usurpada por “su verdad”, lo que obedece no sólo a su profunda ignorancia sino a un ansia de poder, avalada por el sometimiento de “miles o millones de creyentes” escribiendo la falacia, la mentira más burda a la que la humanidad actual haya asistido. Constituyendo una aberración que niega al hombre su dignidad, impidiéndole su posibilidad de realización y su aspiración de libertad. De ahí que se intente destruir toda forma tradicional, que supondrá siempre en cualquier caso una denuncia de sus intenciones.
En las tres religiones se han visto ejemplos de esta manipulación, pero hoy en día sucede de forma notaria y preocupante con el Islam (recordemos que en su propia tradición se dice que al final no habrá Islam), y el devenir de los últimos acontecimientos parece una confirmación de lo expuesto.

La suprema identidad corresponde a un orden en el que las formas ya no tienen cabida, y cuyo reino no es de este mundo. La Verdad se revela en el corazón, lo que está muy lejos de ser algo impuesto.

Hermana Benita

Hacia la Esencia del Cristianismo