Atrivm. Portal cristiano.
Renacimiento
Atrivm
JACOBO BOEHME
(1575-1624)

"AURORA"

Ediciones Alfaguara, Madrid 1979
Traducción:
Agustín Andreu Rodrigo

Capítulo 26 (Selección)

SOBRE EL PLANETA SATURNO

       Saturno, el regente frío, acerbo, apretado y salado, no toma del sol su principio y procedencia, pues tiene en su poder la cámara de la muerte y es un secador de todas las fuerzas, de lo cual surge la corporeidad. Igual que el sol es el corazón de la vida y el origen de todos los espíritus en el cuerpo de este mundo, así es Saturno el comenzador de toda corporeidad y comprensibilidad. El entero cuerpo de este mundo está en poder de estos dos planetas; sin el concurso de este doble poder, no puede producirse criatura, formación o movilidad alguna en el cuerpo natural de este mundo.

       Mas su origen es el serio, salado y prieto temor del entero cuerpo de este mundo. Pues cuando, al tiempo del encendimiento de la ira en el más exterior nacimiento de este mundo (nacimiento que es la naturalidad o comprensibilidad, o el subir del nacimiento de todos los espíritus manantiales); cuando, pues, al tiempo del encendimiento de la ira, se extinguió la luz, prodújose la cualidad salada según su más acerbo y apurado nacimiento, y contrajo de modo por completo salado y apretado las operaciones de todos los espíritus manantiales. De ahí resultaron luego la tierra y las piedras y fue talmente la casa de la muerte, o la reclusión de la vida, donde quedó preso el rey Lucifer.

       Pero cuando despuntó otra vez la luz un tanto al primer día mediante la Palabra o Corazón de Dios en la raíz de la Naturaleza del cuerpo de este mundo, cual consagración del día, o principio de la movilidad de la vida; cobró de nuevo el nacimiento apretado y salado un aspecto o subida de la vida en el nacimiento. Desde este día hasta el tercero, cuando penetró el amor de Dios por la divisoria del cielo, encendiendo la luz del sol, estuvo el nacimiento cual en muerte temerosa.

       Pero como el corazón o fuerza de la luz no pudo abrir o templar antes, por arriba de Júpiter, al nacimiento temeroso o cualidad de la cólera y de la ira, púsose todo el círculo en terrible miedo, cual hembra en nacimiento, y no pudo suscitar el calor a causa del crudo frío y la salinidad. Mas como por la fuerza del cielo oculto saliera la movilidad al mismo tiempo, no pudo descansar la Naturaleza, antes bien se atemorizó por el nacimiento y alumbró del espíritu de la acerbidad al hijo salado, frío y apretado, a la estrella Saturnum. Pues no pudo encenderse el espíritu del calor, del que surge la luz, de la cual, a su vez, por el agua surgen el amor y la dulzura, sino que fue un nacimiento de la cólera apretada, fría y seria, que es un secador, un corruptor y un enemigo de la dulzura, que alumbra en las criaturas los duros huesos.

       Pero no está Saturnus atado a su locumcomo el sol, pues no es un lugar corporal en el espacio de la profundidad, sino un hijo nacido de la cámara de la muerte, del encendido, duro y frío temor, un huésped en el espacio en que circula. Pues tiene su propiedad corporal para sí como un niño cuando nace de la madre.

"Saturnus fue también creado con la
rueda cuanto el Fiat creara la rueda, pero no
sale del sol.»

       Por qué salió de Dios en apretado nacimiento y cuál es su oficio, quiero notificarlo después cuando escriba de la trayectoria de los planetas.

       No se puede saber con propiedad su altura. Yo mantengo por todas que está entre Júpiter y la constelación general en la profundidad, en medio, pues es el corazón de la corporeidad en la Naturaleza. Igual que el sol es el corazón de la vida y la causa de los espíritus de la Naturaleza, así Saturnus es el corazón y la causa de todos los cuerpos y formaciones en la tierra y sobre la tierra, como también en el entero cuerpo de este mundo. Y como en el hombre la caja encefálica es un envolvente y un contenedor del cerebro, en el que se alumbran los pensamientos, así también es la fuerza saturnal un envolvente, un secador y mantenedor de toda corporalidad y comprensibilidad.

       E igual que el planeta Júpiter, que es un abridor y alumbrador de la dulzura, está entre Marte colérico y Saturno apretado, y alumbra en las criaturas dulzura y sabiduría, así también nace entre estas dos cualidades la vida y el sentido de todas las criaturas, en especial el cuerpo nuevo de este mundo, así como el hombre nuevo, sobre lo que encontrarás [escrito] en la descripción [que haré] del hombre.
 

SOBRE EL PLANETA VENUS

Venus, el planeta encantador o inflamador del amor en la Naturaleza, tiene también de la salida del sol, su origefl y procedencia, pero su cualidad, esencia y procedencia es de la hechura [siguiente]:

Nota esto con corrección y propiedad:

       Cuando el amor de Dios encendió el locumdel sol, o el sol, salió primeramente del temor del loco del sol, de los siete espíritus manantiales de la Naturaleza, el espantoso y colérico chasquido amargo cuyo nacimiento y origen principal es la encendida ira amarga de Dios en la cualidad salada mediante el agua. Subió primero de la cámara de la muerte en el encendimiento del sol y fue un despertador de la muerte y un principiador de la vida, y subió sobre sí, se trascendió colérico y tembloroso del todo, hasta que lo cogió y contagió la luz del sol. Luego fue apresado por la dulzura de la luz y quedóse quedo, de que resultó el planeta Marte. La fuerza de la luz que al comienzo se alumbrara de la grasa del agua tras del chasquido de fuego, viajó repentinamente como una potencia tras del mismo chasquido de fuego, tomó preso al colérico chasquido de fuego y lo sobrepasó con mucho, cual príncipe y domador de la cólera; de que resultó la sensibilidad de la Naturaleza, o el planeta Júpiter.
 

LA PUERTA DEL AMOR

       Pero cuando del loco del sol, por el encendimiento del agua, salieron los dos espíritus, el de la movilidad y el de la vida, descendió y penetró la dulzura en la cámara de la muerte, cual simiente del agua con la fuerza de la luz muy suavemente contagiosa y amigable. De ahí procede el amor de la vida, o sea, el planeta Venus.

       Mas tienes que entender aquí correctamente esta alta cosa: El nacimiento o subida de los siete planetas y de todas las estrellas, no es [ahora] de otra manera que como se alumbraran desde la eternidad la vida y proporción maravillosa de la Divinidad. Pues cuando el rey Lucifer se dispuso para sí mismo el locumde este mundo como casa de la ira y presumió dominar en él con colérica y violentamente, apagóse al instante la luz en la Naturaleza en que presumiera ser señor, congelóse la Naturaleza entera cual cuerpo de muerte en que no hubiera movilidad alguna, hubo de quedarse en la tiniebla como eterno prisionero.

       Pero no quiso el Dios santo dejar estar en eterna tiniebla y vergüenza a este locumde su cuerpo, entiende al espacio de este mundo, y dejárselo en propiedad a los demonios, sino que alumbró un nuevo régimen de la luz y de todos los siete espíritus manantiales de la Divinidad, que no pudiese el diablo captar ni concebir y que tampoco le sirviera de nada. Pues en la luz del sol no puede ver [el diablo] más que en la tiniebla, porque no llegó al ser de criatura en esa luz, por eso no le aprovecha de nada.

       Y como debía ser un régimen nuevo, tenía que ser un régimen que el diablo no pudiese concebir ni pudiese utilizar para su propiedad corporal.

       El nuevo régimen está dispuesto como sigue:

       El Amor o la Palabra o el Corazón, es decir, el Hijo Unigénito de Dios Padre, que es la luz y la dulzura y la alegría y el amor de la Divinidad, como dijo él mismo cuando asumió la humanidad: Yo soy la Luz del mundo, Juan 8 [12]; tomó de corazón al locumde este mundo y lo neo-alumbró en medio de este espacio, en el lugar en que antes de su caída se sentaba el poderoso príncipe y rey Lucifer y en que llegó al ser de criatura. Y de este encendido loco del sol, surgieron y nacieron seis clases de cualidades particulares, todo según derecho de nacimiento divino.

       Primeramente en la cámara de la muerte salió en el calor el chasquido de fuego, o la movilidad, es decir, el principio de la vida. Después de él y en segundo lugar, en la grasa del agua, en el calor, púsose brillante la luz que es ahora el sol.

       Lo tercero, cuando la luz del sol contagió al entero corpus del sol, subió por encima de sí la fuerza de la vida que del primer contagio saliera, igual que cuando se enciende un leño o se hace saltar fuego de una piedra. Vese primero el resplandor; del resplandor [vese salir la chispa]. el chasquido de fuego; después, del chasquido de fuego, la fuerza del corpus encendido. Y con la fuerza del corpus elévase repentinamente sobre el chasquido la luz y rige mucho más alta, profunda y poderosamente que el chasquido de fuego. La fuerza del corpus encendido en la fuerza que del fuego salió afuera, cualifica también suave, amable y sensiblemente, y aquí bien se entiende la esencia divina. También tiene una forma con el desarrollo del sol y de los dos planetas, Marte y Júpiter.

       Pero como el locus del sol, es decir, el sol tuviera en sí todas las cualidades según derecho divino, igual que todos los demás lugares, subieron y bajaron con el primer encendido enseguida todas las cualidades y se alumbraron según eterno derecho imprincipiado. Pues l fuerza de la luz que suavizara y afinara en el loco del sol a las cualidades salada y amarga, como [hace] el agua o amor de la vida, abajóse a la manera de la humildad. De ahí resultó el planeta Venus, pues en la casa de la muerte es un abridor de La dulzura o encendedor del agua y un blando penetrador en la dureza, un encendedor del amor; en quien el regimiento superior del amargo calor de Marte y de la cordial sensibilidad de Júpiter, se ponen apetentes. De donde surge el contagio, pues la venérea fuerza hace lindo al colérico Marte o chasquido del fuego y lo suaviza, y a Júpiter lo hace humilde; si no, la fuerza de Júpiter rompería por la dura cámara de Saturno, por la caja craneana, en hombres y animales, y se mudaría la sensibilidad en orgullo frente al derecho de nacimiento divino, al modo y manera del orgulloso diablo.


SOBRE EL PLANETA MERCURIUS

       Si se quiere saber con fundamento y propiedad cómo sea el nacimiento o principio de los planetas y de las estrellas y de la esencia de todas las esencias en la profundidad de este mundo, hay que contemplar con propiedad el nacimiento actual o comienzo de la vida en el hombre. Pues comienza y sube y se consolida también según el mismo orden que el nacimiento de la esencia de todas las esencias en el cuerpo de este mundo. Pues la rueda actual de las estrellas y de los planetas no sube [ahora] de modo distinto a como lo hiciera en el nacimiento anterior al tiempo de este mundo, en el séptimo espíritu natural en que se configuraron, según el derecho eterno de la Divinidad, imágenes, figuras así como frutos celestiales. Porque como fuese creado el hombre según cualificación de Dios y también de la esencia divina, tiene la vida humana un principio y salida semejante al de los planetas y estrellas. Pues el principio, el estado actual, el curso y la esencia de Los planetas no es otro que el principio e impulso o regimiento en el hombre. Y como sale la vida humana, así salió también el nacimiento de los siete planetas y estrellas, y en esto no hay diferencia alguna.
 

EL CENTRUM O CÍRCULO DEL NACIMIENTO DE LA VIDA.
LA GRAN PROFUNDIDAD

       Ante este espejo cita el Espíritu a los medicus, en especial a los anatómicos y desolladores de hombres, que con sus carnicerías quisieron experimentar el nacimiento y principio de la vida humana y mataron contra derecho divino y natural a más de un inocente, con la esperanza de informarse sobre la maravillosa proporción y forma de la Naturaleza para poder servir a la salud de otros muchos.

       Y como según Naturaleza encuéntrase ser ellos asesinos y malhechores contra la ley y el derecho de Dios y de la Naturaleza, declara el Espíritu que con Dios incualifica, ser su matanza injusta. Mucho más de cerca y con mayor certeza hubieran podido experimentar el maravilloso nacimiento del hombre, si su orgullosa soberbia y su enfermizo deseo diabólico y criminal se lo hubiera permitido, que les volvió al revés sus auténticos sentidos divinos. No quisieron luchar más que con hombres y no con dioses, por eso se les dio con razón parte en el salario de su error. Ea, gorritos coronados, vamos a ver si un simple lego también puede investigar en el conocimiento de Dios el nacimiento de la vida del hombre. Si yerra, refutadlo; si acierta, dejadlo estar.

       Pongo aquí esta descripción del nacimiento del hombre para que se conciba mejor el origen de las estrellas y de los planetas. En la descripción de la creación del hombre lo encontrarás todo más documentada y profundamente expuesto, cómo es el comienzo del hombre.

Nota ahora:

       Nace en el hombre la simiente del mismo modo y manera como en su reñir y salir se alumbró desde la eternidad la maravillosa proporción y forma de la Naturaleza. Pues la carne humana es y significa la Naturaleza en el cuerpo de Dios, la cual nace de los otros seis espíritus manantiales; en ella se alumbran de nuevo los espíritus manantiales y se muestran sin fin; en ella salen formas e imágenes; en ella se alumbra el corazón de Dios o la santa y clara Divinidad en medio de su sede por encima de la Naturaleza, en el centro donde la luz de la vida sale (siempre se alumbra) (2).

       Ahora bien, hay en el cuerpo humano tres cosas distintas en el régimen del nacimiento, de las cuales cada una es particular y, sin embargo, no están separadas una de otra, antes bien sólo las tres juntas son el hombre único al modo y manera de la Trinidad en la esencia divina. La carne no es la vida, sino una ininteligible esencia muerta que tiene que volverse enseguida muerta ceniza, tiene que pudrirse y pulverizarse cuando deja de cualificar en ella el régimen del Espíritu. Ahora bien, no hay espíritu que pueda subsistir en su perfección fuera del cuerpo, pues apenas es separado del cuerpo pierde el regimiento, porque el cuerpo es la madre del espíritu, en la que nace el espíritu y de la que toma fuerza y robustez. Es y sigue siendo espíritu cuando se separa del cuerpo, pero pierde el regimiento.

       Estos tres regimientos son el hombre entero con carne y espíritu, y tienen en su comienzo y régimen siete clases distintas de forma, al modo y manera de los siete espíritus de Dios o de los siete planetas.

       Pues igual que es el régimen eterno e imprincipiado del nacimiento de Dios, así es también el principio y salida de los siete planetas y estrellas y así es también la salida de la vida del hombre (3).

Nota ahora:

       Si inquietes y piensas qué hay en este mundo y fuera de este mundo, o sea la esencia de todas las esencias, especulas o inquieres en el entero cuerpo de Dios, el cual es la esencia de todas las esencias y es la esencia imprincipiada. En su propia sede (4) no tiene ninguna movilidad, racionalidad o comprensibilidad, sino que es una profundidad tenebrosa que ni tiene principio ni tiene fin. Dentro no hay ni [lo] grueso ni [lo] sutil, antes bien una tenebrosa cámara de la muerte en la que nada se percibe ni frío ni caliente, sino que es el final de todas las cosas. Este es, pues, el cuerpo de la profundidad o la verdadera cámara de la muerte.

       Ahora bien, en este tenebroso valle están los siete espíritus de Dios, que tampoco tienen principio ni fin, puesto que ninguno [de ellos] es el primero ni el segundo ni el tercero ni el último. El régimen de estos siete regimientos (5) se divide en tres seres distintos, de los cuales ninguno está fuera del otro ni separado del otro. Los siete espíritus se alumbran también de eternidad en eternidad el uno al otro.

       El primer regimiento consiste en el corpus de todas las cosas, es decir, en la entera profundidad o esencia de todas las esencias, y tiene en todos los confines y lugares en propiedad en sí a los siete espíritus de modo inseparable e irreversible. Y si alguna vez en algún lugar no contienden triunfantes los siete espíritus, en ese lugar no hay movilidad alguna, sino una profunda tiniebla, y aunque los espíritus estén completamente en ese lugar, sigue siendo el locumuna tenebrosa casa como puedes echar de ver en alguno de esos aposentos en que los encendidos espíritus de los planetas y las estrellas no pueden encender los elementos.

       Ahora bien, en todos los confines está la raíz de los siete espíritus, pero si no se produce contienda estáse queda [la raíz] y no se percibe movilidad alguna.

       Una casa tal es la entera hondura de y sobre los cielos, casa que se llama la eternidad. Y una casa tal es también la casa de carne en el hombre y en todas las criaturas. Y esta esencia abarca la eternidad que no se llama Dios, sino cuerpo no omnipotente de la Naturaleza. En ella está, por cierto, oculta la Divinidad no muerta, en el núcleo de los siete espíritus, pero ni comprendida ni entendida.

       Una tal casa vino a ser también el entero espacio de este mundo cuando la Divinidad se ocultó ante los terribles demonios en los siete espíritus, y aún lo sería si de los espíritus de Dios no salieran los siete planetas y [las] estrellas que abrieron y encendieron otra vez la cámara de la muerte en la tenebrosa casa de este mundo, en todos sus confines. De ahí surge el régimen de los elementos. Has de saber asimismo que el regimiento de los siete espíritus de Dios en la casa de este mundo, no se secó en la muerte talmente que todo haya de recibir sólo de los planetas y de las estrellas su vida y principio; no, pues la clara Divinidad está oculta por todas partes en el círculo, en el corazón de la entera profundidad, y los siete espíritus están en el cuerpo de la profundidad con temor y grande ansia y continuamente son encendidos de los planetas y las estrellas, con lo que surge la movilidad y el nacimiento en la entera profundidad. Pero como el corazón de la Divinidad se esconde en el cuerpo de este mundo en el nacimiento más exterior que es la corporalidad, resulta la corporalidad una tenebrosa casa, todo [en ella] está presa del miedo y ha menester de una luz, que ilumine la cámara de la tiniebla, luz que es el sol, hasta que el Corazón de Dios se mueva otra vez en los siete espíritus de Dios que están [ocultos] en la casa de este mundo y se enciendan los siete espíritus. Entonces ocuparán otra vez el primer locumel sol y las estrellas, y pasará su forma actual, pues lucirá otra vez el Corazón o la Luz de Dios en la corporalidad, es decir, en el cuerpo de este mundo, y lo llenará todo. Entonces se acabará el temor, pues cuando el temor prueba en el régimen del nacimiento la dulzura de la luz de Dios, porque el corazón de Dios triunfa a una en [todo] el régimen del nacimiento, luego todo es contento, y triunfa el cuerpo entero. Cosa que no puede ser aquí y ahora en la casa de este mundo, a causa del colérico diablo apresado, el cual gobierna la casa en el más exterior nacimiento de este mundo, hasta [el día d]el juicio de Dios. Aquí puedes entender cómo el Corazón de Dios tiene el bieldo en su mano y barrerá la era un día; lo que notifico aquí seriamente, con conocimiento de la luz de la vida, donde el corazón irrumpe con la luz de la vida y anuncia el claro día.
 

SOBRE EL HOMBRE Y LAS ESTRELLAS

       Y como la profundidad o casa de este mundo es una casa tenebrosa en la que se alumbra una corporalidad enteramente gruesa, temerosa y medio muerta, que toma su moverse de los planetas y de las estrellas que encienden el cuerpo en el nacimiento más exterior, de lo que surge la movilidad de los elementos así como la esencia configurada y creatural; de igual manera la casa del hombre es un tenebroso valle donde hay verdadero miedo al nacimiento de la vida y un grande esfuerzo incesante de la voluntad por elevarse a la luz para que pueda prender el fuego de la vida. Pero como se oculta el Corazón de Dios en el centro o meollo, no puede lograrse eso, y en consecuencia el miedo no alumbra más que una simiente. La casa de carne alumbra una simiente de su igual para que haya hombre otra vez, y la casa del espíritu, en el actual estado de los siete espíritus, alumbra en la simiente otro espíritu de su igual para que haya espíritu humano otra vez. Y también la casa del oculto corazón se engendra de nuevo un espíritu semejante, que les está oculto a la casa tic la carne y también a los espíritus del nacimiento sideral en el cuerpo, igual que el Corazón de Dios está oculto en los siete espíritus de Dios en la profundidad de este mundo, en los espíritus, y no los enciende hasta después de esta enumeración o cuenta del tiempo. Este tercer espíritu es el alma en el hombre, e incualifica con el Corazón de Dios como un hijo o diosecillo en el gran Dios inconmensurable. Estos tres regimientos diferentes nacen, pues, en la simiente, que toma en la carne su origen según arriba referí.

Nota, pues, el misterio oculto: Vosotros,
los expertos en la Naturaleza, notad.

La puerta del gran misterio

       De la cámara temerosa en el cuerpo de este mundo salieron de los siete espíritus de Dios las estrellas que encienden el cuerpo de este mundo, y del cuerpo engéndrase ahora el fruto o simiente que es agua, fuego, aire y tierra. La tierra es el fruto del séptimo espíritu de Dios, que es la naturaleza de la corporalidad donde se alumbran los otros seis espíritus de nuevo y configuran en incontables figuras y formas al salitre del séptimo espíritu, de modo que también la tierra alumbra su simiente, que es el fruto de las plantas, como salta a la vista. Ahora, la casa de carne del hombre es también una casa semejante a la tenebrosa profundidad de este mundo, donde se alumbran los siete espíritus de Dios. Pero como el hombre es un cuerpo propio, que es hijo del entero cuerpo de Dios, también él alumbra una simiente propia según el régimen de sus corporales espíritus manantiales. De la simiente de los siete espíritus de Dios en el cuerpo de la gran profundidad, toma el cuerpo su alimento, y [ese alimento] es fuego, aire, agua, tierra. De la tierra toma lo que nace de la tierra, o fruto, pues el cuerpo es mucho más noble que la tierra, es una masa extraída del salitre del séptimo espíritu natural. Pues cuando el cuerpo de la Naturaleza fue encendido por el diablo, la Palabra o Corazón de Dios contrajo la masa antes de que fuera comprimido el corrompido salitre que ahora se llama tierra, a causa de la dura cólera o perdición. Pero cuando fue comprimida la tierra, estuvo la masa hasta el sexto día en la profundidad tenebrosa, en el cielo creado, entre el atemorizado nacimiento y el amor del Corazón de Dios. Entonces, de su corazón, infundió el Corazón de Dios la luz de la vida en el más interior o tercer nacimiento de la masa. Cuando sucedió esto, empezaron a cualificar en la masa los siete espíritus manantiales, y alumbróse en la masa la simiente de los siete espíritus manantiales, el fuego, el aire y el agua, como en el cuerpo de la profundidad. Así llegó a ser el hombre un alma viviente, al modo y manera como salió el sol y de él los siete planetas. La luz que el Corazón de Dios le insufló al hombre en su dentro, significa el sol que luce en la profundidad entera. De esto encontrarás más clara [descripción] cuando [escriba sobre] la creación del hombre. Ahora mira: Así como en la profundidad de este mundo, mediante el encendimiento de las estrellas, nace del cuerpo de la profundidad tenebrosa una simiente parigual al cuerpo creatural, así también nace de la misma forma en la casa de la carne del hombre una simiente según el derecho eterno del nacimiento de los siete espíritus manantiales. Y en el semen hay tres diferentes cosas, cada una de las cuales no puede sondear a las otras y, sin embargo, están en el semen único e incualifican una con otra como una esencia, ni es más que una esencia, y al mismo tiempo también tres cosas diferentes al modo y manera de la Trinidad en la Divinidad.

       Lo primero es el entero cuerpo del hombre, que es una casa tenebrosa y que, fuera de la cualificación de los siete espíritus, no tiene movilidad alguna, antes bien es un valle tenebroso, igual que el cuerpo de la profundidad de este mundo. Ahora, en el cuerpo tenebroso del hombre se da también el regimiento de los siete espíritus, igual que en el cuerpo de la profundidad. Cuando, según el derecho divino del nacimiento de la Divinidad, cualifican los siete espíritus, alúmbrase de la contienda de los siete espíritus una simiente de su igual.

       Primero, la misma simiente tiene una madre, es decir, la tenebrosa cámara de la casa de carne.

       Segundo, tiene una madre que es la rueda de los siete espíritus, al modo de los siete planetas.

       Tercero, tiene una madre que nace en medio del círculo de los siete espíritus y es el corazón de los siete espíritus. Esta es, pues, la madre de las almas, que penetra con su luz y vivifica a los siete espíritus, y en ese puesto incualifica la simiente con el Corazón de Dios, pero sólo aquélla en que la luz se encienda, mas en la otra, donde arde el fuego de la ira, ahí sigue presa en la cámara tenebrosa esta tercera madre. Y aunque sea la tercera madre, sigue siendo estúpida como no se encienda en ella la luz, igual que es estúpida la profundidad de este mundo frente al Corazón de Dios, por cuanto la rueda de los siete espíritus está en grande temor, en muchas [ocasiones] de perderse y salvarse, en [el] calor y en [el] frío, como a la vista está.

       Pero cuando la tercera madre se enciende en la luz, está en el cielo creado de la vida santa, e ilumina a la segunda madre, con que reciben los siete espíritus una amigable voluntad, que es el amor de la vida, como más arriba puedes leer en e1 capítulo 8.º que trata del nacimiento del amor de Dios.

       Pero la tercera madre no puede iluminarla permanentemente, pues está en la casa de la tiniebla, sino que le envía una ráfaga, igual que cuando relampaguea, con que a veces también la tercera madre se pone por entero ansiosa y se alegra mucho, pero pronto le echa otra vez el cerrojo la cólera de la ira de Dios. También baila el demonio junto a esa puerta, pues es la prisión en que yace oculto el hombre nuevo y en que yace preso el diablo. Aludo a la casa de la profundidad de este mundo, aunque la casa de carne y la profundidad, todo junto, incualifica lo uno con lo otro como un cuerpo y es un cuerpo, empero [son] partes o miembros diversos.
 

LA PROFUNDIDAD EN EL CENTRO

       Mira, cuando nace la simiente está en medio del cuerpo, en el corazón, pues ahí mismo se prenda de la Tríada la madre.

       Primero se prenda el espíritu salado que del agua dulce contrae una masa, es decir, de la grasa de la sangre del corazón, o [de la] savia o aceite del corazón. El mismo aceite tiene en sí ahora la raíz de la Trinidad como el hombre entero, pues es como si se echara una cerilla en un pajar.

Ahora cabe preguntarse cómo sucede eso

Aquí está el auténtico fundamento del hombre. Advierte esto con propiedad, pues es el espejo del gran misterio, lo profundamente oculto de la humanidad, que por eso bailaron [ante este tema] todos los sabios desde el comienzo del mundo buscando esa puerta sin poder encontrarla. Pero tengo de avisar otra vez que es [llegada] la aurora del día, pues que el guardián de la puerta quiere que así sea.

Nota ahora:

       Tal como resultó la primera masa de que llegó a ser Adán hombre viviente, asimismo y de la misma forma llega a ser cada masa o cada simiente de la Tríada en cada hombre.

       Nota: Cuando el salitre, o la operación de los seis espíritus, que es el séptimo espíritu manantial, se encendió en el espacio de este mundo, la Palabra o Corazón de Dios estaba por todas partes en medio, en el círculo de los siete espíritus, como un corazón que de una vez lo llena al mismo tiempo todo, [—] entiende: todo el espacio de este mundo.

       Pero como la profundidad, es decir, el espacio entero de este mundo, era el cuerpo de su padre, entiende del Corazón de Dios o sea el cuerpo del Padre; y [como] el Corazón lució en el cuerpo entero como el resplandor del Padre, resulté que el corrompido salitre se contagié por todas partes de la Luz o Corazón de Dios, y el Corazón de Dios tampoco pudo huir de allí, sino que ocultó en el cuerpo de la entera profundidad su resplandor y brillo ante los crueles espíritus encendidos de los demonios. Cuando aconteció esto volviéronse todos los espíritus manantiales por completo coléricos y se pusieron a reñir reciamente, y el espíritu salado como más fuerte contrajo de muy terrible manera la operación de los otros cinco en el séptimo espíritu de la Naturaleza, de que resultaron la tierra y piedra amargas, pero sin ensamblar todavía y errantes por la entera profundidad.

       En este punto se contrajo la masa. Y cuando se ocultó el Corazón de Dios en el salitre, miró hacia el entero espacio o cuerpo otra vez y pensó en cómo podría ayudarle de nuevo para que volviera a ser un reino angélico en la profundidad de este mundo. Y la mirada fue el Espíritu de amor en el Corazón de Dios, que en el lugar de la mirada contagió al aceite del agua en que con anterioridad la luz saliera. Piensa en la mirada a san Pedro en la casa de Caifás, que es ésa.

       Igual que el varón mira a la mujer y la mujer al varón, e [igual que] el espíritu del varón (entiende la raíz del amor que del agua sube en el subir de la vida por el fuego) y el espíritu de la mujer se prendan el uno del otro en el mismo aceite del corazón, con lo cual surge al punto una masa o simiente o voluntad que impulsa a [engendrar] otro hombre en la masa; justo de esa manera resulté también la primera masa, pues el espíritu de amor en el Corazón de Dios miró en el cuerpo del encendido Padre airado al agua de la vida, con la que y de la que saliera en el relámpago de fuego el amor antes del tiempo de la ira. En esta mirada apresé un espíritu al otro. El aceite o agua en la ira concibió en el Corazón de Dios al Espíritu de amor e incualificó con él, y el espíritu salado contrajo la masa. Ahí hubo ya nacimiento o voluntad de una entera criatura, igual que la simiente en el hombre.

       Ahora bien, el firmamento del cielo entre el Corazón de Dios y la dura cámara encendida de la muerte fue cerrado, pues de lo contrario hubiérase encendido al instante la vida en la masa. Porque el firmamento, que es el término divisorio entre el Corazón de Dios y los coléricos diablos, estaba en la masa así como fuera de la masa. Por eso la Palabra o Corazón de Dios hubo de insuflar al Espíritu ondulante, cosa que sucedió luego por ciertas causas al sexto día.

       Y si la bóveda del cielo no hubiera estado encerrada en la masa entre el Corazón de Dios y la masa de los corporales espíritus manantiales, pudiera la masa encender de su propia fuerza las almas igual que sucedió con los santos ángeles. Fuera de temer que se anduviera la cosa como con el hermoso hijito Lucifer porque ya se les había pegado el fuego de la ira a los corporales espíritus manantiales en la masa. Por eso el cielo hubo de ser una bóveda puesta entre la chispa que el Corazón de Dios en la primera mirada concibiera [y el corpus], caso de que el corpus se corrompiese en el fuego de la ira, de manera que la santa simiente que es el alma que incualifica con el Corazón de Dios permaneciera [y] de ahí pudiese luego [resultar] un cuerpo nuevo cuando el entero Dios encendiera otra vez la profundidad de este mundo en la luz del Corazón de Dios, como sucedió luego, por la misericordia del amor de Dios.

       Escribe el apreciado varón Moisés: Hizo Dios al hombre de un terrón de la tierra, como pusieron en alemán los sabios. Pero él no estaba presente cuando sucedió esto. Mas he de decir que Moisés lo escribió bien, aunque tanto a Moisés como a sus descendientes se les quedó oculta en la letra la correcta inteligencia acerca de dónde fue [hecha] la tierra, y el Espíritu la mantuvo oculta hasta este tiempo. También le fue ocultada a Adán aun estando en el Paraíso, mas revélase ahora del todo, pues el Corazón de Dios ha empezado su asalto a la cámara de la muerte y bien pronto irrumpirá [en ella]. Por eso en la actualidad van a irrumpir cada vez más algunos rayos del día en algunos corazones de los hombres, y a anunciar el día. Y cuando esta aurora brille de oriente a occidente, ya no quedará más tiempo por delante, sino que saldrá el sol del Corazón de Dios y Ra. Ra. R. P. será expulsado fuera de la ciudad a los lagares y con él Am. R. P. Estas son palabras ocultas que sólo serán entendidas en la lengua de la Naturaleza.

       Con razón escribe Moisés que el hombre fue creado de la tierra, pero cuando la Palabra contenía a la masa, no era la masa tierra todavía. Que si no hubiera sido de la Palabra contenida, de ella resultara entonces tierra negra; pero ya estaba en ella el frío fuego de la ira. Pues en la misma hora en que Lucifer se sublevó, encolerizóse contra las legiones de Lucifer el Padre en los espíritus manantiales y ocultóse el Corazón de Dios en el firmamento del cielo. El salitre u operación de la corporalidad estaba ardiente porque fuera de la luz lo que hay es la tenebrosa cámara de la muerte.

       Pero la masa estaba contenida en el firmamento del cielo para que no muriese, pues cuando el corazón de Dios con su amor caluroso miró la masa, subió del agua por el fuego el aceite que hay en la masa, [aceite] del que sale la luz y del que sale el Espíritu del amor, y se prendó del Corazón de Dios, quedando encinta de un hijo pequeño. Y esta fue la simiente del amor, pues un amor concibió a otro amor. De la mirada del Corazón de Dios concibió el amor de la masa al amor y así resultó impregnado y encinta. Este es el nacimiento de las almas, filiación según la que es el hombre imagen de Dios.

       Pero con esto no pudieron encenderse pronto los espíritus de la masa, pues el alma estaba sólo en la semilla de la masa, oculta con el Corazón de Dios en su cielo hasta que el Creador atizó la masa; entonces encendieron también los espíritus manantiales a las almas y vivieron a una cuerpo y alma. Bien tenía el alma su vida antes del cuerpo, pero estaba oculta en el Corazón de Dios en la masa en el cielo y era no más una simiente santa incualificante con Dios, [simiente] que era eterna, permanente e indestructible, pues era una simiente nueva y pura para un ángel e imagen de Dios.

       Ya la obra de la masa entera fue un extracto o efluvio de la Palabra de Dios, a partir de la obra de los espíritus manantiales o del salitre de que resultara la tierra. Ese extracto no se había vuelto aún tierra aunque fuese salitre de la tierra, sino que estaba contenido por la Palabra, pues cuando desde el Corazón de Dios miró el espíritu amoroso al salitre de la masa, concibió el salitre y quedó encinta de las almas en el centro. La palabra estuvo [como] sonido en la masa, pero la luz quedóse oculta en el centro de la masa en el firmamento del cielo en el aceite del corazón y no se movió fuera del firmamento del cielo en el nacimiento de los espíritus manantiales. Pues que si en cambio encendiérase la luz en el nacimiento de las almas, triunfaran todos los siete espíritus manantiales y cualificaran en la luz según eterno derecho de nacimiento de la Divinidad y hubiera sido un ángel viviente, pero como la ira había ya infectado al salitre, era de temer una calamidad como en el caso de Lucifer.

Cabe preguntarse ahora:

       ¿Por qué esta vez no fueron creadas muchas masas de las que al punto resultara de golpe todo un ejército angélico, en el lugar del caído Lucifer? ¿Por qué hubo de pasar tanto tiempo de ira? Y ¿por qué tenía que hacer de la única masa el ejército entero a lo largo de tanto tiempo? O es que ¿no vio y no supo el Creador esta vez que caería el hombre?

       Este es, pues, el auténtico portal del ocultamiento de Dios; sobre lo que ha de advertir el lector que si no hubiese apuntado la aurora en el centro, en el alma, no fuera el hombre capaz de conocer o saber esto. Pues se trata de misterios divinos que con la propia razón no puede ningún hombre investigar. Considérome también muy indigno de ello. Y también tendré detractores, que la Naturaleza corrompida se avergüenza terriblemente de la luz. No por ello puedo dejar de hacerlo, pues cuando la luz divina irrumpe en el círculo del nacimiento de la vida, regocíjanse los espíritus manantiales y miran hacia atrás a la eternidad al círculo de la vida en su madre y [miran] también adelante a la eternidad. Pero no se trata de una esencia permanente o de una iluminación [permanente] de los espíritus manantiales y mucho menos del cuerpo bestial, sino más bien de rayos que de la luz de Dios irrumpen con fogoso impulso que por el agua suave de la vida asciende en el mismo amor y se queda en su cielo.

       Por eso no puedo hacer más que traerlo del corazón al cerebro ante el asiento de los sentidos principales; allí queda encerrado en el firmamento del cielo y no retorna a través de los espíritus manantiales a la madre del corazón de suerte que pueda venir a la lengua. Que si tal acaeciera, bien lo diría yo oralmente y lo anunciaría al mundo. En consecuencia, fuerza es dejarlo estar en su cielo, escribirlo según mis talentos y quedar viendo con asombro lo que va a resultar, pues no puedo comprender bastantemente en los espíritus manantiales porque están en la cámara del miedo. Véolo bien con el alma, pero se interpone el firmamento del cielo en que el alma se oculta y donde recibe de la luz de Dios sus rayos. Así que traspasa como cuando relampaguea el firmamento del cielo, pero suavemente del todo, igual que una amable delicia. En la comprensibilidad de mis actuales espíritus manantiales o en el círculo de la vida, no puede conocer de otro modo, a no ser que rompa el día. En consecuencia quiero escribir según ese conocimiento por más que el diablo reviente al mundo, cosa que por lo demás no puede hacer; antes con esto le será mostrado también aquí su reloj de arena.

       Pues bien, vosotros, los de la elección de gracia, que os figuráis ser elegidos y tenéis por estúpida a la fe sencilla; largo tiempo bailasteis y os disteis celebridad con la Escritura [diciendo] que Dios escogió por gracia a algunos hombres desde el seno de su madre para el reino de los cielos, y que rechazó a otros. Tenéis que haceros muchas [y diversas] masas de que puedan llegar a ser otros hombres de otra cualidad; así podréis tener razón. Pero de una masa única no podéis hacer más que un amor de Dios que se extiende a través del primer hombre a todos los demás. Es igual que Pedro o Pablo lo hayan escrito de otra manera; mirad al fundamento, a corazón; sólo con coger al vuelo el Corazón de Dios tenéis bastante fundamento. Si me deja Dios vivir un poco más, ya os enseñaré lo de la elección de gracia según san Pablo.