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DUNS SCOTO (h.1266 - 1308)
TRATADO DEL PRIMER PRINCIPIO
(Capítulos I y II)
Editorial Aguilar Argentina, S. A. de Ediciones 1981
Traducción del latín, prólogo y notas de Alfonso Castaño, págs. 21-44


CAPITULO PRIMERO

         Que el Primer Principio de las cosas me conceda creer, comprender y manifestar aquello que plazca a la magnitud del mismo y eleve nuestras mentes a su contemplación.

         ¡Oh Señor, Dios nuestro! Cuando Moisés Tu Siervo Te preguntaba a Ti, el más veraz de los doctores, por Tu nombre, para proponérselo a los hijos de Israel, Tú, sabiendo qué es lo que puede concebir de Ti el intelecto de los mortales, respondiste: Yo soy el que soy, revelando así Tu nombre bendito. Tú eres el verdadero ser, Tú eres todo el ser. Quisiera comprender esto, si me fuese posible. Ayúdame, Señor, que quiero saber en qué medida puede nuestra razón natural comprender el ser verdadero que eres Tú, empezando por el ente que predicaste de Ti.

         Aunque hay muchas propiedades del ente cuya consideración serviría para llevar adelante nuestro propósito, ante todo proseguiré de la siguiente manera acerca del orden esencial, como medio más fecundo: En este primer capítulo propondré cuatro divisiones del orden, de las cuales se deduce cuántos órdenes esenciales hay.

         La manifestación de una división exige estos requisitos: Primero, que se hagan notar las partes que han de dividirse y se muestre así que están contenidas en el todo que se divide; segundo, que se declare la incompatibilidad mutua de las partes que se dividen; tercero, que se pruebe que las partes divididas agotan el todo que se divide. El primero se atenderá en este capítulo, los otros dos requisitos en el segundo. Aquí, pues, enunciaré solamente las divisiones y las razones de las partes que se dividen.

         Pero no tomo en sentido estricto el orden esencial øcomo hacen algunos, diciendo que lo posterior está en un orden, pero lo anterior o primero está sobre el ordenø sino en sentido general, en cuanto el orden es una relación de comparación mutua, predicada del anterior respecto al posterior y viceversa, es decir, en cuanto lo que está ordenado se divide suficientemente en lo que es anterior y lo que es posterior. Así, pues, se tratará unas veces del orden y otras de la prioridad o posterioridad.

         PRIMERA DIVISION. En primer lugar digo, pues, que el orden esencial parece dividirse, en una división primaria, como el equívoco en los equivocados, es decir, en un orden de eminencia y en un orden de dependencia.

         En el primer modo, lo anterior se llama eminente, y posterior lo que es excedido. Para decirlo brevemente: es anterior, en este sentido, lo que es más perfecto y más noble según la esencia. Con este modo de prioridad prueba Aristóteles en el libro noveno de la Metafísica que el acto es anterior a la potencia, cuando dice que aquél es anterior respecto a la sustancia y la especie: porque ødice élø lo que es posterior en la generación, en la especie y en la sustancia es anterior.

         En el segundo sentido, se llama anterior aquello de lo cual algo depende, y posterior a lo que depende. Este anterior lo tomo en el siguiente sentido (que también Aristóteles muestra en el libro quinto de la Metafísica, valiéndose del testimonio de Platón): anterior, según la naturaleza y la esencia, es aquello que puede existir sin un posterior, pero no viceversa. Y esto lo entiendo de tal forma que, aunque lo anterior sea necesariamente causa de lo posterior, y no pueda, por consiguiente, existir sin esto, no es porque necesite lo posterior para su existencia, sino al contrario; pues, si se supone que lo posterior no existe, lo anterior existirá, no obstante, sin la inclusión de una contradicción. No ocurre lo mismo en el caso inverso, puesto que el posterior necesita del anterior: tal necesidad podemos llamarla dependencia, y así se puede decir que todo lo que es esencialmente posterior, depende necesariamente de un anterior; pero no al revés, aunque algunas veces lo posterior siga necesariamente a lo anterior. Lo anterior y lo posterior se pueden llamar así según la sustancia y la esencia, como se han dicho otras cosas. Sin embargo, para hablar con propiedad, las denominaciones de anterior o posterior deben aplicarse según la dependencia.

         SEGUNDA DIVISION. Prescindiendo de la división del orden de eminencia, subdivido el orden de dependencia. Pues lo que depende o bien es un causado y aquello de que depende es su causa, o bien es causado de alguna causa más remota y aquello de que depende es un causado más próximo de su misma causa.

         La razón del primer miembro de esta segunda división está bastante clara y también que se contiene en lo que está dividido. Pues se evidencia qué es causa y qué es causado, que el causado depende esencialmente de la causa y la causa es aquello de lo que depende el causado, según el sentido arriba expuesto del primer miembro que se divide aquí.

         Pero el segundo miembro de esta división ni es evidente en sí mismo, ni por el modo como se contiene en lo que se ha dividido.

         Lo primero se explica así: Si de una misma cosa se dan dos efectos, uno de los cuales tiene por naturaleza la propiedad de ser causado por aquella causa de un modo anterior y más inmediato, y el otro sólo después de darse aquel efecto más inmediato, digo que este otro es un efecto posterior respecto a la misma causa, y que el más inmediato es un efecto anterior. Tal es el sentido de este miembro.

         De la siguiente forma muestro que este segundo miembro se contiene en lo que se ha dividido, es decir, que el efecto más remoto depende del más próximo: en primer lugar, porque aquél no puede existir si no existe éste; en segundo lugar, porque la causalidad de la causa los relaciona en un orden; luego. . .; y, viceversa, éstos guardan entre sí un orden esencial cuando se comparan con un tercero que es causa de ambos; luego también lo tienen entre sí de un modo absoluto; en tercer lugar, porque semejante causa no se entiende por sí misma, sino sólo como causa próxima del efecto próximo; cuando éste no ha sido causado, se entiende como causa remota de los otros, pero si ha sido causado ya, se entiende como causa próxima del segundo efecto. Sin embargo, de una causa remota solamente, en cuanto causa remota, no hay causado. Luego el segundo efecto depende de la causa que dio el ser al efecto más próximo; luego también depende del ser más próximo.

         TERCERA DIVISION. Se subdivide cada miembro de esta segunda división, y subdivido primero el segundo miembro, porque esto está de acuerdo con lo que se ha dicho antes. En primer lugar, de lo que es causado más próximo a la causa, no sólo se dice que está más próximo a la causa próxima de ambos, sino también a la causa remota. Por ejemplo: si A, causa próxima de un causado, no es causa, de ningún modo, de un causado B, y hay, sin embargo, alguna otra causa anterior que es causa próxima de su causado B y causa remota de aquel causado cuya causa próxima es la otra.

         No obstante, entre estos causados habrá un orden esencial de causado anterior a causado posterior, y esto ocurrirá si la causalidad de la causa común de ambos, según el orden esencial, se relaciona con ellos como causados.

         El segundo miembro de esta división no está tan claramente incluido en lo que se ha dividido. Sin embargo, esto se demuestra así: puesto que cada uno de los causados se ordena esencialmente con respecto a un tercero que es causa común de los mismos, se ordenarán también entre sí. Así también: la causa común se entiende como causa. remota respecto al causado posterior, si el anterior no ha sido causado; y así también el posterior no puede existir sin el anterior.

         CUARTA DIVISION. El primer miembro de la segunda división (la causa) se divide, según una división famosa, en cuatro causas suficientemente claras: final, eficiente, material y formal. Y el posterior, opuesto a él, se divide en cuatro partes correspondientes, es decir: en lo que está ordenado a un fin y que, para hablar brevemente, puede llamarse finito (finitum); en el efecto (effectum), en lo causado por la materia, que se llama materiado (materiatum); y en lo causado por la forma, que se llama formado (formatum). Dejo aquí de lado las razones de las partes de esta división porque ya las he tratado más ampliamente en otro lugar, y volveré a tocar la cuestión más adelante, cuando el asunto así lo requiera.

         Resumiré ahora el resultado de este capítulo. El orden esencial se agota en los seis órdenes en que se divide, es decir: en los cuatro órdenes de la causa al causado; en uno del causado al causado, que compre de en sí los dos miembros de la tercera división; y en uno del eminente al excedido.

         Para que quede clara esta división se requieren todavía dos cosas, a saber: que los miembros de cada una de ellas se excluyan entre sí, y que agoten el contenido de lo dividido. Estos dos requisitos se mostrarán en el siguiente capítulo en la medida que sea necesaria para nuestro propósito; y en el mismo capítulo se propondrán también algunas proposiciones generales necesarias y se compararán los órdenes antes mencionados con sus extremos, según la concomitancia necesaria o no necesaria, puesto que las comparaciones de las cosas mencionadas son muy útiles para lo que vamos a tratar.

 

CAPITULO SEGUNDO

         Aquí se procede argumentando para explicar las cuatro divisiones dichas y comparar los extremos de los órdenes esenciales mencionados.

         Señor, Dios nuestro, que enseñaste de modo infalible al Venerable Doctor Agustín, quien decía, cuando escribía acerca de Ti, Dios trino, en el primer libro de la Trinidad: "Ninguna cosa hay que se dé a sí misma el ser", y no nos has impreso con la misma certidumbre esta verdad parecida:

         PRIMERA CONCLUSION. Que nada en absoluto tiene un orden esencial a sí mismo.

         Pues, en cuanto al orden de eminencia, ¿hay algo más imposible que un ser se exceda a sí mismo según la perfección esencial? Y, respecto de los otros seis órdenes, ¿habrá nada más imposible que el mismo ser dependa esencialmente de sí mismo; que pueda existir sin él mismo, según el sentido que se le asignó más arriba?

         También lo que sigue está de acuerdo con la verdad:

         SEGUNDA CONCLUSION. Que en cualquier orden esencial es imposible el círculo.

         Porque si algo es anterior a lo anterior, es anterior a lo posterior. La opuesta a la primera conclusión se sigue de la negación de la segunda. Además, lo mismo será esencialmente anterior y posterior a lo mismo, y será así más perfecto y menos perfecto que lo mismo, o dependiente e independiente respecto de lo mismo; lo cual está muy lejos de la verdad. Aristóteles, en el libro primero de los Posteriores, excluye de las demostraciones este círculo, que no es menos imposible en las cosas.

         Como he de utilizarla más abajo, al lado de esta segunda conclusión explico una tercera conclusión que se demuestra por la primera y que está suficientemente incluida en ella.

         TERCERA CONCLUSION. Lo que no es posterior a lo anterior, tampoco lo es a lo posterior.

         Se sigue de la afirmativa ya dicha. También se sigue de ella que, lo que no depende de lo anterior, tampoco depende de lo posterior. Y prosiguiendo: Lo que no es causado de la causa anterior, no lo es tampoco de la posterior, porque lo posterior en el causar depende de lo causante anterior.

         Y, conducidos por Ti, Señor, comparemos ya entre sí los seis órdenes dichos, empezando por los cuatro órdenes de la causa al efecto. Sin embargo, omito tratar ahora sus diferencias, o la suficiencia de aquella división, pues esto podría resultar prolijo además de no exigirlo necesariamente nuestro propósito. Tan sólo compararé en seis conclusiones los dichos órdenes en cuanto a la concomitancia o consecución por parte del causado.

         CUARTA CONCLUSION. Lo que no es finito no es efecto.

         Se prueba así, en primer lugar: lo que no existe por alguna causa eficiente por sí misma, no es efecto; lo que no existe para un fin, no existe por una causa eficiente por sí misma; luego...

         La mayor se prueba como sigue: en ningún género lo accidental es primero. Aristóteles lo expresa suficientemente en el libro segundo de los Físicos, donde antepone necesariamente al azar y a la fortuna, como causas accidentales, la naturaleza y el intelecto como causas por sí mismas en aquel género de causa. Pero lo que no existe por lo primero, no existe por lo posterior, como se deduce de la tercera conclusión ya expuesta. Y hablo de las cosas positivas, que propiamente son las únicas susceptibles de efectuarse. Así, pues, la mayor es evidente. La menor se prueba así: el que es agente por sí mismo, obra todo en vista de un fin pues nada hace en vano. En el libro segundo de los Físicos lo señala Aristóteles en la naturaleza, de la que parece menos evidente; luego tal agente nada obra si no es por un fin.

         La conclusión principal se prueba, en segundo lugar, así: el fin es la primera causa en el causar; y por eso dice Avicena que es causa de causas. Esto se prueba también por la razón: pues el fin mueve metafóricamente como lo amado y por eso la causa eficiente realiza la forma en la materia; pero el fin no mueve como el amado, porque causa alguna otra causa; luego el fin es esencialmente la primera causa en el causar.

         También se pruebe esto así: Aristóteles, en el libro quinto de Metafísica muestra que el fin es causa porque, mediante él, se da respuesta a la pregunta "por qué" y esta pregunta busca la causa. Luego, respondiéndose Por el mismo al primer "por qué", será la primera causa. La menor es evidente; pues a la preguntas, de por qué obra se responde: porque ama o tiende al fin, pero no al revés.

         De la primacía del fin, expuesta ya de tres maneras, se sigue la conclusión principal; pues aquello que no tiene una causa anterior, no la tiene tampoco posterior, según la tercera conclusión que se ha establecido ya.

         QUINTA CONCLUSION. Lo que no es efecto, no es finito.

         Se prueba: puesto que el fin sólo es causa cuando de él depende esencialmente, como de algo anterior, el ser de lo finito. Esto es evidente porque cualquier causa, en cuanto causa, es anterior. En cambio, lo finito en cuanto al ser no depende del fin precisamente por su prioridad sino que, en cuanto fin, mueve como amado al eficiente para darle el ser, de modo que el eficiente no daría el ser en su género si el fin no actuara como causa en su causalidad. Luego el fin nada causa más que aquello que es causado por el eficiente porque ama el fui.

         De aquí se sigue un corolario que no debe pasarse en silencio: que es falso imaginar que el fin es la causa final del ente, que es una operación última o un objeto que se alcanza mediante esta operación. Si se entiende que el fin en cuanto fin es la causa final, se cometerá un error porque aquél sigue al ser, y el ser del finito no depende esencialmente de aquél en cuanto tal, sino que, precisamente, aquello que es amado por el eficiente y en cuya virtud el eficiente hace que algo exista, porque está ordenado a lo amado, aquello, en cuanto es amado, es la causa final de lo que ha sido hecho.

         Algunas veces, en efecto, el objeto de la operación última es lo amado y, por consiguiente, su causa final, pero no porque sea el término de una operación de semejante naturaleza, sino porque es amado por el causante de aquella naturaleza. Sin embargo, se llama con razón algunas veces fin a la última operación de alguno, o bien a lo que se alcanza mediante ella, puesto que es lo último y, en algún sentido, lo mejor, reuniendo de este modo algunas condiciones de la causa final.

         Por lo tanto, Aristóteles no sostendría que las inteligencias tienen propiamente una causa final, sin una causa eficiente; sino que, o bien sólo hay fin si se extiende el fin al objeto de la operación última, o bien, si la causa eficiente se da propiamente, no será por el movimiento ni por la mutación, puesto que las cuatro causas pertenecen a la consideración de la Metafísica y así se abstrae de ellas en cuanto a su pertenencia a la consideración de la Física.

         Ni diría que el Primero les da el ser después del no ser, si las supone sempiternas y necesarias; al menos si este "después" lo entiende como duración, aunque sería cierto si el "después" se concibe exclusivamente como orden de naturaleza, como hace Avicena cuando expone el sentido de la creación en el libro sexto de la Metafísica, capítulo segundo. Si la necesidad repugna o no al efecto, no nos importa para el caso. Si alguna causa eficiente pudiese simplemente causar de un modo necesario y algún fin pudiese ejercer necesariamente su causalidad y no viceversa, al menos cualquier efecto sería posible en cuanto se opone a lo imposible, sino también en cuanto se opone a lo necesario por si mismo, puesto que es objeto o término de. la fuerza de su causa; aunque no sea posible como opuesto a lo necesario en general, según los filósofos, que negarían tal contingencia de las sustancias separadas.

         Otro corolario es evidente: que el fin no es causa final de la causa eficiente sino del efecto. Y por eso, cuando se dice que el agente obra por un fin, no debe entenderse de sí mismo, sino de su efecto.

         SEXTA CONCLUSION. Lo que no es efecto, no es materiado.

         Se prueba: porque la materia de por sí está en contradicción de potencia con la forma; luego no está por sí misma en acto mediante la forma; luego la causa eficiente del compuesto es aquella otra cosa que reduce esta potencia al acto, puesto que es lo mismo decir "hacer el compuesto" que decir que "la materia está en acto por la forma".

         La primera consecuencia es evidente, puesto que la potencia meramente pasiva y de contradicción, no se reduce al acto. Y si dices que la forma reduce a la misma potencia al acto, esto no será verdad formalmente, pero cuando antes se han estudiado la forma y la materia separadas, aquello por virtud de lo cual se unen, tiene razón de causa suficiente, a la que sigue la actuación formal.

         Se prueba, en segundo lugar, la conclusión porque la eficiente es la causa próxima a la final y, por consiguiente, es anterior a la materia; pero aquello que no tiene una causa anterior, tampoco la tiene posterior. La primera proposición se prueba aquí: pues el resultado del fin es mover metafóricamente como el amado. Así mueve a la causa eficiente, pero no a otra causa.

         Se prueba, en tercer lugar, porque el compuesto es verdaderamente uno; luego tiene alguna entidad una que no es entidad de la materia ni de la forma; y esta entidad una no está causada ni por dos entidades primariamente, puesto que ningún uno existe por varios sino en virtud del uno, ni por una de las dos primariamente, puesto que una y otra son diminutas respecto de la entidad total. Luego es de algo extrínseco.

         SEPTIMA CONCLUSION. Lo que no es materiado, no es formado, y viceversa .

         Se prueba: lo que no es materiado, no está compuesto de partes esenciales, pues todo compuesto que por sí mismo sea uno, tiene otra parte potencial, puesto que el uno por sí solo se realiza por la potencia y el acto (libros séptimo y octavo de la Metafísica).

         Por lo tanto, lo que no tiene por sí una parte potencial, no es compuesto; luego tampoco es formado, puesto que lo formado es un compuesto que tiene, como parte suya, una forma. Como se ha argumentado a propósito de la materia y la forma, puede argumentarse también acerca del sujeto y del accidente, a su manera.

         Esta demostración se confirma con lo que dice Aristóteles en el libro séptimo de la Metafísica. Si algo constase de un solo elemento, no existiría más que éste y, por consiguiente, éste no sería un elemento (por la primera conclusión de este segundo capítulo). Luego, a simili: si algo tiene sólo una parte esencial, no existirá más que ella; por lo tanto, ésta no es parte ni causa, según la primera regla dicha. Luego todo causado de alguna causa intrínseca tiene también otra causa extrínseca concausante. Así se evidencia la conclusión propuesta.

         OCTAVA CONCLUSION. Lo que no es causado de causas extrínsecas, no es causado de causas intrínsecas.

         Esto se deduce bastante claramente de las cuatro conclusiones expuestas antes; sin embargo, tiene pruebas especiales. La primera es que las causalidades de las causas extrínsecas señalan una perfección a la que no va unida necesariamente la imperfección. Las causo intrínsecas, por necesidad, llevan aneja una imperfección; así, pues, las causas extrínsecas son anteriores en el causar a las causas intrínsecas, como lo perfecto respecto de lo imperfecto. Añadase a esto la tercera conclusión y se deducirá la conclusión propuesta.

         La segunda prueba es ésta: porque las causas intrínsecas pueden ser causadas en sí msimas respecto de las extrínsecas; luego son posteriores en el causar respecto de éstas. El antecedente es evidente por la forma. Es evidente también por la materia, en cuanto es parte, pero de ésta se trataría más abajo.

         NOVENA CONCLUSION. Los cuatro géneros de causas se ordenan esencialmente en el causar lo mismo.

         Es evidente, por las cinco conclusiones mencionadas arriba. Pero parece razonable por sí que tengan un orden las muchas causas de las que depende esencialmente una misma cosa, según el cual ésta dependa ordenadamente de ellas. Pues muchas de ellas no producen el uno de acto y potencia o no tienen en absoluto ninguna unidad de orden, no causan algo esencialmente lo mismo. Pues si los cuatro géneros de causas no son partes de algún uno compuesto de ellas como de acto y potencia y no tienen la menor unidad en cuanto causan, ¿cómo causan entonces algo idéntico? Por lo tanto, tienen unidad de orden en cuanto causan un causado y por este orden son todas uno con respecto a un tercero, es decir, en el causar, como también muchas cosas en conjunto son una en el ser.

         Cuál sea el orden de estos géneros de causa se deduce de lo dicho a propósito del fin y la causa eficiente en su mutua relación, en la segunda prueba de la cuarta conclusión, en la segunda prueba de la sexta conclusión, en otras partes de las mismas y en la octava conclusión.

         Aquí no quiero seguir inquiriendo en gran escala el tipo de orden que observan entre sí las causas intrínsecas. De ellas usaré poco en lo que sigue. Parece, sin embargo, que la materia tiene prioridad según la independencia, porque, al parecer, lo contingente y lo que informa depende de lo permanente y de lo informado, puesto que lo formable se entiende antes que lo informante. Y así interpretan algunos las Confesiones de San Agustín en lo que se refiere a la prioridad de la materia respecto a la forma.

         Y si preguntas en qué orden es anterior, respondo: como un causado más próximo a su causa remota; más próximo, digo, necesariamente de acuerdo con este orden según el cual la forma es causada por ella.

         Sin embargo, la forma es anterior según la eminencia, puesto que es más perfecta; y esto lo acepta Aristóteles como evidente al compararlas en el libro séptimo de la Metafísica, aunque también puede probarse por lo que dice en el libro noveno de la Metafísica acerca del acto y la potencia.

         Pero entiéndase que una cosa es que estén ordenadas esencialmente las causas en el causar o según la causación, y otra cosa es que estén esencialmente ordenadas las que son causas, como aclara Avicena en el libro sexto de la Metafísica, capítulo quinto. Pues lo primero es verdad y ha sido demostrado. En cambio, estas otras proposiciones serían falsas: "Porque ama el fin, produce el efecto" y "Porque obra, por eso la forma informa y la materia materializa"; proposiciones que, sin embargo, se admiten comúnmente.

         Pero lo segundo es falso. Pues lo que es el fin no es causa de lo que es eficiente, ni a veces lo contrario. Pero generalmente, lo que es eficiente no es causa de lo que es materia, puesto que la supone.

         Terminadas ya la comparaciones de los miembros de la cuarta división, pasaré a hablar brevemente de la tercera, pues es evidente que los miembros que se han dividido se excluyen entre sí y agotan el todo que se divide. Porque:

         DECIMA CONCLUSION. Si dos causados se comparan a la misma causa, se comparan, por consiguiente, a la causa próxima o a la causa remota.

         Propongo dos conclusiones de la segunda división. La primera es acerca de la distinción de los miembros.

         UNDECIMA CONCLUSION. No todo causado de una causa más próxima es causa del causado más remoto de la misma causa; así, pues, hay algún causado anterior, pero no anterior porque sea causa.

         El antecedente de esto se prueba por el ejemplo y por la razón. Se pone el ejemplo: la cantidad está más cerca de la causa que la cualidad y, sin embargo, no es su causa. Esto es evidente cuando se echa una ojeada a las causas. También se demuestra por la razón, porque la segunda conclusión depende de la suficiencia de la división.

         DUODECIMA CONCLUSION. Nada depende esencialmente más que de una causa o de un causado más próximo a alguna causa.

         Se demuestra: porque si depende de algún otro, sea este otro A y el que depende B: si A no existe, B no existirá. Pero si A no existe, todas las causas propias del mismo B pueden concurrir, y también todos los causados más próximos que B a estas causas podrán ser causados, porque A no es ninguna parte de éstos; así, pues, una vez que concurren todas las causas por sí y puestos todos los causados más cercanos al mismo B, B no existirá; luego todas estas causas por sí no son causas suficientes, aunque todos aquellos causados más inmediatos hayan sido causados ya. La consecuencia es evidente, porque las causas suficientes, puestos ya los causados más próximos, pueden causar un causado más remoto.

         No importa que digas que el argumento sólo concluye, que no causan, pero no que no pueden causar. Pues si A no puede ser una parte, B no podrá existir. De todo lo que se ha dicho referente a todas las causas y a los causados anteriores, A no puede existir por aquéllos, puesto que no pertenece a aquéllos ni puede ser causado por ellos; luego B no puede ser por aquéllos. Pues algo no puede ser por nada por lo que no puede ser sin lo que es imposible que sea.

         Si dijeras que "el compuesto puede existir por un agente natural, pero la materia no puede existir por el mismo agente, sin el cual es imposible que el compuesto exista formularías una objeción que no tiene valor, porque el agente natural no es toda la causa del compuesto, es decir, que por él y excluyendo cualquier otro no puede existir el compuesto. Hablo de tal, porque si yo uniese todas las causas ordenadas a B en cada género de causa y si fueran producidos todos los efectos más próximos que el mismo B, a pesar de todo A no podría existir, porque no es causa ni causado del número de éstos, y B no puede existir sin A; luego B no podrá existir por todas éstas juntas a la vez; luego todas éstas simultáneamente unidas no son totalmente causa del mismo B, y esto es lo opuesto de lo que se ha establecido.

         De la primera división, propongo dos conclusiones parecidas. La primera es que sus miembros se distinguen entre sí.

         DECIMOTERCERA CONCLUSION. No todo lo excedido depende esencialmente de lo eminente. Luego el primer miembro de la primera división no implica al segundo.

         Demostración del antecedente: la especie más noble es eminente respecto de la menos noble; por ejemplo, lo contrario respecto de lo menos contrario; y, sin embargo, no es causa respecto de él: esto se manifiesta inductivamente. Ni es causado más próximo, porque la causalidad de la causa común no los mira según el orden esencial como causados; así, pues, el excedido no podría causar si no causara antes el eminente, y esto es evidentemente falso de cualquier causa, porque, si lo contrario más innoble se produce por esta causa mientras que lo contrario más noble no está producido por ninguna causa, se ordenarían así sin relación a ninguna causa.

         Más aún: si algún eminente no es causa respecto del excedido ni causado más próximo de la causa de ambos, el excedido no dependerá esencialmente del mismo. La consecuencia se deduce claramente de la última conclusión demostrada.

         A mayor abundamiento, añado la conversa de esta conclusión:

         DECIMOCUARTA CONCLUSION. No todo lo que depende es excedido por aquel de quien depende.

         Está claro que el compuesto depende de la materia, a pesar de que es mucho más perfecto que ésta. Similarmente, la forma depende tal vez de la materia. Este tema está aludido en la novena conclusión. No obstante, la forma es más perfecta, según el libro séptimo de la Metafísica. Asimismo, en los movimientos ordenados lo que es posterior por la generación depende de lo anterior, puesto que lo anterior es efecto más próximo a la causa de ambos y, sin embargo, lo posterior es más perfecto según el libro noveno de la Metafísica.

         En tercer lugar, para la suficiencia de esta división, propongo la siguiente proposición general, que está bastante clara en Aristóteles:

         DECIMOQUINTA CONCLUSION. La pluralidad no debe suponerse nunca sin necesidad.

         Pues no viéndose la necesidad de poner varios órdenes esenciales primeros, en vez de los dos que hemos dicho, éstos son los únicos. También esta proposición general muestra que sólo hay seis órdenes esenciales; todos han sido mostrados y no parece necesario poner otros.

         Habiendo comparado entre sí los miembros de la primera división compararé en especial el posterior del primer orden con los dos posteriores especiales del segundo orden, es decir, comparo lo excedido con el efecto y lo finito. Aquí propongo una conclusión que es la siguiente:

         DECIMOSEXTA CONCLUSION. Todo lo finito es excedido.

         Se prueba: porque el fin es mejor que aquello que está ordenado al mismo. Se prueba esto: porque el fin, como el amado, mueve al eficiente para causar. A, por consiguiente, no es menos bueno que el mismo B, ni igual; luego es mayor. Se prueba la segunda parte del antecedente: porque cualquier razón que moviera igual, podría mover a lo mismo, puesto, que es igual amable que deseable, y así podría ser su causa final, lo cual va contra la conclusión primera de esta segunda parte. De aquí se concluye que no es tampoco menos

         Además: la naturaleza obra por un fin, como obraría el arte si obrara naturalmente; pero el principio del conocimiento artificial se toma del fin en las cosas artificiales. La conclusión se refiere a lo finito, según el libro segundo de los Físicos. La premisa es más cierta: luego el fin, que incluye virtualmente aquella verdad, es más perfecto que el sujeto de la conclusión.

         Objetarás: alguna voluntad causa algo por un fin que se ama y que es menos bueno; luego, en este caso, el fin es excedido. El antecedente es evidente en todo acto que es bueno en sí mismo y malo por el fin con que se hace, puesto que se ordena por un agente a un fin inferior a sí mismo.

         Respondo: la conclusión procede acerca del fin por la naturaleza de las cosas, cual es siempre el fin de la naturaleza y el fin de una voluntad ordenada. Pero la instancia de una voluntad no ordenada no destruye la conclusión, porque la causa primera del efecto no es de esta clase. Luego si por tal causa no está ordenada a un fin más perfecto, estará ordenada por otra causa superior a un fin más perfecto, puesto que las otras no estarían ordenadas, como lo muestra la prueba de la conclusión; y si tiene un fin más perfecto por estar producida por una causa superior, habrá algo más perfecto; luego todo lo finito está excedido por algún fin suyo, aunque no sea por el fin próximo, por el cual, como amado, lo cause un agente próximo inordenado.

         También podría decirse que aquel fin es su fin en cierto sentido. Esto no satisface, porque la eficiencia de la causa superior es eficiencia sin más, luego si no obra precisamente en cuanto movida, como el bastón, no le corresponderá un fin propio, porque no es propiamente agente, sino casi un efecto más inmediato; si, como digo, no obra así, su fin es fin simplemente, porque todo eficiente por sí tiene algún fin propio.